En algún artículo anterior le había contado sobre esta teoría que adopté sobre que muchos de los acontecimientos históricos estaban directamente relacionados con la gastronomía, así que en esta ocasión me permito contarle la historia de “la guerra de los pasteles”.
Llegada la conquista de México en 1521 por parte de los españoles, empezó un control absoluto sobre quién podía visitar los territorios recientemente conquistados. En 1821 llega la consumación de la independencia de México, y con este hecho histórico se abren las puertas de este nuevo país libre, ya que la nueva España estuvo cerrada durante tres siglos por la xenofobia española.
A México llegaron franceses, británicos y otros visitantes de muchas nacionalidades, esto por los atractivos mineros, agrícolas y algunos otros poderosos imanes económicos, como por ejemplo los sitios prehispánicos. Muchos de ellos inmigraron por largos periodos, algunos otros se establecieron de por vida.
En los años posteriores de la consumación de la independencia, seguía habiendo conflictos armados donde salían perjudicados comerciantes, tanto mexicanos como extranjeros, entre ellos un pastelero francés de apellido Remontel.
“Monsieur” Remontel reclamó al gobierno mexicano, una indemnización por los daños sufridos en 1828, cuando oficiales mexicanos causaron daños a su local, quienes después de consumir una gran cantidad de pasteles se fueron sin pagar.
Como no obtuvo respuesta por parte del gobierno mexicano, Remontel y otros compatriotas franceses, también perjudicados por oficiales mexicanos, acudieron ante el barón Deffaudis, embajador de Francia en México, para que intercediera ante el gobierno de Anastasio Bustamante, presidente de México en aquel tiempo.
Deffaudis, no solo presentó las inconformidades por los daños a los locales, sino que también hizo público, las injusticias que sufrían sus compatriotas franceses, así como el fusilamiento de un ciudadano francés acusado de piratería.
Años después, en 1837, el Ministro de Relaciones, Luis G. Cuevas, afirmó que:
“El gobierno mexicano, no encuentra obligación para hacer indemnizaciones, cuando se reclaman por pérdidas a consecuencia de un movimiento revolucionario”.
Como resultado de estas declaraciones Deffaudis, envía dicho reclamos a Paris a principios de 1938. La respuesta del rey Felipe I de Francia, fue la solicitud de pago por 600 mil pesos. Pero el presidente Bustamante, volvería a negarse a pagar.
El 16 de abril de 1838 el rey Felipe I de Francia, envía a las costas de Veracruz, una Escuadra de la Marina Real Francesa, compuesta por 26 navíos de guerra al mando del almirante Bazoche.
Sin embargo, de nuevo, el gobierno de Bustamante volvería a negarse a pagar, alegando que no tratarían con los franceses mientras hubiera una flota naval asediando a México, y en represalia el almirante Bazoche incautaría los navíos comerciales mexicanos, mientras el rey Felipe I, declararía bloqueados los puertos comerciales de México.
Con el bloqueo marítimo desde Yucatán hasta Rio Grande, hubo muchas repercusiones en la economía de México y ante la falta de recursos, los mexicanos trataron de pasar productos de contrabando por Texas aunque el bloqueo duro poco más de 8 meses.
Ante la negativa del gobierno mexicano a doblar las manos, el rey francés envió a Charles Baudin, veterano de las guerras napoleónicas, quien al mando de 20 navíos de guerra, deseando negociar, ofreció retirar a la armada francesa, siempre y cuando se pagaran los 600 mil pesos de la deuda más 200 mil pesos más por los gastos de la armada francesa. Otra vez México y Luis G. Cuevas, se rehusaron a pagar.
Francia envió un ultimátum de una semana al gobierno mexicano para pagar, que de no aceptarse, los franceses abrirían fuego el 27 de noviembre de ese año hacia la fortaleza de San Juan de Ulúa, en Veracruz. Lo cual sucedió.
Con el puerto sitiado, el gobierno de Bustamante contraatacó a las fuerzas francesas con una de sus generales más experimentados, el general Antonio López de Santa Anna, intentado retomar la ciudad de Veracruz. En la batalla el General Santa Anna perdió una pierna por un cañonazo francés.
Finalmente, el 9 de marzo de 1839 se firmó en Veracruz el Tratado de Paz entre México y Francia. En éste, el gobierno mexicano se comprometió a pagar 600 mil pesos de indemnización para los residentes franceses más los 60 mil para el pastelero (de allí el nombre de la guerra), pero se negó a conceder el tratado que exigían y se ofreció al gobierno francés el mismo trato comercial que se daba a otros países.
Y con esto querido lector llegamos al final de esta entretenida historia, donde la moraleja que nos queda es, paga lo que debes.
Hasta la próxima