Seamos sinceros. Está de moda el “hate”, el “odiar” películas o marcas. Por el puro gusto de hacerlo. En lugar de ignorarlo y seguir adelante, le dedicamos tiempo y aliento a algo que nos desagrada. Lo hacemos patente y lo recalcamos. Una y otra vez. En el cine, está “bien visto” despreciar, denostar e incluso insultar. Sucede comúnmente con las generaciones más jóvenes. Aunque los adultos también pueden ser recalcitrantes.
El cine es para distraer, un medio de entretenimiento y de expresión. Y aún más, el cine comercial. Ver una película y ser fanáticos de ella no nos hace más ni menos. No nos hace más cultos saber hasta el último detalle de las cintas de Marvel. O las de Kieslowski o Kurosawa. Sólo quiere decir que le hemos dedicado más tiempo a eso.
Todo esto viene a colación porque desde hace algunos años, se tolera “odiar” a ciertos directores de cine. Por ejemplo, a Zack Snyder (responsable de la franquicia de los superhéroes de DC), a J. J. Abrahams y Rian Johnson (en quienes cayó la responsabilidad del relanzamiento de Star Wars), Michael Bay (generador de la versión en cine de Transformers), o más cercano a nosotros, Alfonso Cuarón (por su cinta “Roma”). Pues bien, entre los más detestados se encuentra M. Night Shyamalan, creador de sus propias películas (con una que otra franquicia a cuestas, como The Last Airbender y Stuart Little).
Por otro lado, Shyalaman es reconocido precisamente por eso, por escribir y dirigir películas que tienen por característica ser distintas. Como El Sexto Sentido, La Villa, La dama en el agua o Señales.
Entre las sagas que terminaron este 2019 se encuentra una creada por el director nacido en La India, pero criado en Pennsylvania, Estados Unidos. Se trata del universo conocido como “La trilogía Eastrail 177”, en referencia a un tren de pasajeros relevante para la historia.
La trilogía consta de Unbreakable (El protegido, 2000), Split (Fragmentado, 2016) y Glass (2019). Shyamalan es fan de los comics y se nota en sus producciones. De principio, no se aborda la naturaleza del superhéroe como tal y es uno de los puntos a seguir durante su historia. Se duda de su existencia como pasaría seguramente en nuestro mundo real.
La esencia del ser humano es otro punto a destacar en la trilogía. ¿Existen los hombres buenos? ¿Los malos? Si el mundo actuara en extremos, ¿En cuál caeríamos nosotros?
Unbreakable, del año 2000 cuenta con las excelentes intervenciones de Bruce Willis como David Dunn, Samuel L. Jackson como Elijah Price o Mr. Glass y Robin Wright como Audrey Dunn, esposa de David. Dos seres extraños y diametralmente opuestos se encuentran por lo que parece ser un destino inevitable y somos testigos de un enfrentamiento al más puro estilo comic, pero situado en un mundo “real”.
En Split, de 2016, se introduce a un nuevo personaje, un tercer ingrediente que le imprime incertidumbre a la historia. James McAvoy como Kevin Wendell Crumb y quien sufre de un caso extremo de identidad múltiple (ahora conocido como Desorden de identidad disociativa).
Es hasta Glass, de 2019, que las tres entidades entran en contacto directo una con la otra y descubrimos el trasfondo, el propósito y objetivo del universo creado por el director a lo largo de casi 20 años. La resolución podrá provocar diversas opiniones, mas lo que no se puede negar es que somos testigos de un lucimiento de actuaciones: Willis, Jackson, McAvoy, así como la inclusión de la también grande Sarah Paulson como la doctora Ellie Staple.
M. Night Shyamalan (seudónimo que quiere decir “Mid Night” o “medianoche” en referencia a sus iniciales reales, Manoj Nelliyattu -sin duda, más fácil de pronunciar para los estadounidenses-), presentó este año el final de su saga, aunque mostró posibilidades para poder explorar más en el futuro. Hoy es una más de las historias cuyo final celebramos antes de que termine el año. Y antes de despedirme, te dejo el link para el artículo anterior y quinta parte del serial en la que hablamos del final e importancia de Game of Thrones:
