Los reclutadores suelen disponer de un promedio máximo de 8 segundos para realizar la lectura rápida de tu CV, sí, ese en el que tardaste días en elaborar, el que originalmente estaba en cinco páginas en word con Times New Roman a 12 puntos y que terminó en un formato de canva.
Tu CV no solo tiene que contar tu vida profesional, tiene que ser “guapo”, hacerle justicia a tu éxito profesional: buen diseño, atractivo y desde el título tiene que quedar claro quién eres y tu especialización.
Es una cosa del pasado pensar que un mismo CV te sirve para todas las chambas para las que quieres aplicar, aquí es donde comienza la magia, tirando esa premisa que tanto estorba. Debes ser capaz de adaptar tu historia a la forma en la que la empresa a la que quieres pertenecer, le guste leer. Piénsalo así, es como verte al espejo y preguntarte siempre “¿cómo me veo?”, ¡basta!, la pregunta es y debe ser “¿qué estoy comunicando?”.
Pero además, ya hay otro negrito en el arroz, y es que según Udemy, más del 70% de los CV son revisados por un Applicant Tracking System, o sea un bot.
¿Cómo enganchar al robot y pasar el filtro?
- Usa keywords que se relacionen con el trabajo que quieres, con alto valor en el contenido.
- Añade tus competencias en lista.
- Sé muy preciso en las fechas, pues los ATS suman los años que incluyen tu chamba actual.
- Usa diseños sencillos, limpios y con estructura clara, no se trata de pensar en la saturación con ícenos y colores, sí se valen pero de a poquitos, no es infografía, a menos que vayas por un puesto de diseño.
- Usa una redacción en donde expliques los logros, más que solo una mención.
- Ordena y estructura lo importante y destácalo desde el lugar en donde lo pones.
