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La Carpeta Verde

El desfile militar chino: una demostración del poder bélico

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Desde las civilizaciones antiguas hasta nuestros días, los desfiles militares han sido herramientas propagandísticas cuya función es dejar en claro la capacidad bélica de los Estados mediante la teatralización del poder. Al fin y al cabo, se constituyen como un espectáculo político de la fuerza bruta, minuciosamente planeado, donde cada elemento tiene un significado y, por supuesto, un mensaje.

Probablemente los primeros en sacar provecho de ello fueron los romanos con una ceremonia cívico-militar con tintes religiosos llamada triumphus, donde el general victorioso recorría las calles principales de la ciudad en un carruaje finamente adornado, acompañado de sus tropas y exhibiendo a los prisioneros y riquezas obtenidas. Este acto, además de entretener al pueblo y glorificar a una de sus instituciones más importantes —el ejército—, servía a los gobernantes como elemento de legitimación.

En coyunturas donde el olor a guerra se percibe cada vez más cercano, como ocurre actualmente con la situación mundial, los desfiles militares entran en escena como una especie de augurio. Pensemos en el mitin nazi de Núremberg en septiembre de 1934, evento retratado con las más sofisticadas técnicas cinematográficas de su época en el filme El triunfo de la voluntad (Leni Riefenstahl, 1935), contenido que Joseph Goebbels usó como parte de su arsenal de propaganda.

Ahí podemos observar en una tónica muy militarista, al canciller alemán acaudillando a los miembros de su partido, respaldado por una fuerza armada bien organizada y estilizada, haciendo un claro alarde de su poder y de sus intenciones belicistas. Tan solo cinco años después de este suceso, la Alemania nazi emprendía la invasión a Polonia dando inicio a la Segunda Guerra Mundial.

El mensaje que proyectó el desfile militar chino desde la comunicación política

Hoy, vemos en el desfile militar chino que se llevó a cabo el 3 de septiembre de este año, una referencia puntual y perfeccionada de este ritual milenario. China tomó como pretexto el 80º aniversario de la rendición japonesa que concluyó las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, para mostrarle al mundo entero su liderazgo internacional en la región, la cohesión del partido comunista, y sobre todo, la capacidad de su ejército.

La celebración estuvo cargada de simbolismos y se echó mano de elementos históricos y culturales. Hubo música y cantos heroicos, una detallada escenografía ideológica con el presidente Xi Jinping al centro, acompañado por sus colaboradores y aliados extranjeros —principalmente Vladimir Putin y Kim Jong-un— y aproximadamente 10,000 efectivos de las fuerzas armadas, siendo estos los personajes principales.

Se presentó la tecnología militar más reciente con drones y robots de combate, el arsenal balístico intercontinental de mayor capacidad de fuego, vehículos y aeronaves sofisticados, y una tropa altamente adiestrada y disciplinada con equipo de primer nivel, declarando su lealtad absoluta al líder chino con aclamaciones de “saludos, presidente […] servimos al pueblo”.

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La teatralización del poder chino y del poder personal de Xi Jinping cumplió su cometido principalmente gracias a la máxima difusión que se le dio al evento. Muchísimas personas en todo el mundo fueron impactadas por algún contenido de esta temática a través de redes sociales, medios de comunicación, canales de streaming y demás; incluso aquellas que están totalmente ajenas a la situación geopolítica actual. Ni siquiera la marcha militar del ejército estadounidense presidida por Donald Trump en junio de este año, que conmemoraba el 250.º aniversario de la institución, tuvo tal magnitud de propagación.

En un sistema político tan centralizado como el de China, es de suponerse que uno de los artífices de este desfile como arma propagandística fue Li Shulei, miembro del Politburó y jefe del Departamento de Publicidad del Comité Central, además de íntimo colaborador de Xi en gran parte de su carrera política. Li, al ser el responsable del aparato de propaganda más grande del planeta, debió confeccionar el hilo conductor de la comunicación política del evento, pues ha sido uno de los de mayor peso para el gobierno chino.

Li Shulei sonriente y alegre, al centro del fotograma detrás de Emmerson Mnangagwa, presidente de Zimbabwe, durante el desfile militar chino

El mensaje tiene múltiples facetas, tanto internas como externas. Por ejemplo, varios analistas ven señales en la selección del comandante del desfile, el teniente general Han Shengyan, quien es un jefe importante dentro de la fuerza aérea del Ejército Popular de Liberación, aunque no es la figura principal de toda la institución.

Se sabe que desde hace algunos años los militares chinos están experimentando una purga en sus filas impulsada por el propio Xi bajo la bandera del combate a la corrupción. La rama aérea —uno de los cuatro grandes componentes de las fuerzas armadas chinas junto con la marina y el ejército— es la que ha sido menos afectada en este proceso, percibiéndose como la más leal al Presidente.

Además, ante la posibilidad cercana de una invasión china a Taiwán, este brazo será crucial en las primeras operaciones de guerra. El hecho de que un comandante de la fuerza aérea haya sido el responsable logístico de este magno espectáculo militar puede interpretarse como una deferencia y enaltecimiento ante las otras ramas, el partido y la sociedad.

A la derecha, el teniente general Han Shengyan listo para dar el parte a su comandante supremo

Girando el tamiz hacia el plano exterior, la demostración del músculo armado ante el orden global está enmarcada en la disyuntiva planteada por Xi Jinping en su discurso inaugural del desfile, donde mencionó que la humanidad se encuentra en la delgada línea entre la guerra y la paz. Aunque Xi, al menos en palabras, no exaltó un deseo bélico sino más bien optó por la unión pacífica de las naciones, el mensaje transmite una advertencia: China tiene los recursos necesarios para hacer frente a cualquier obstáculo a sus intereses, no importa que sea Taiwán o el bloque occidental dirigido por Estados Unidos.

Una de las respuestas al desfile militar chino llegó casi de inmediato. El anuncio de Donald Trump sobre que el Departamento de Defensa regresaría a su nombre original, el Departamento de Guerra, gracias a la firma de una orden ejecutiva, encaja perfectamente en la sintonía de este enfrentamiento en el terreno de la comunicación política.

Bajo este ambiente, sin duda el aparato de inteligencia estadounidense estará ocupándose en resolver el anzuelo que se deja en este tipo de exhibiciones. ¿Lo mostrado por el ejército chino estuvo pensado para inflar una percepción de su poderío, o bien, lo mejor de su arsenal sigue oculto tras bambalinas? Solo el tiempo lo aclarará para el resto de los espectadores.

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El príncipe y la guerra: reflexiones sobre el papel de Xi Jinping

Estas apreciaciones ventilan una reflexión que puede parecer bastante obvia tomando como referencia el célebre tratado chino de estrategia militar escrito por Sun Tzu, El arte de la guerra: Xi Jinping busca ganar una contienda que parece inminente incluso antes de que esta empiece, y el factor determinante es el desarrollo de un Estado económicamente sólido que permita tener un ejército fuerte y sostenible.

Dicha filosofía la explica de forma directa Nicolás Maquiavelo en sus obras: el príncipe debe estar siempre pensando y preparándose para la guerra hasta en los momentos de paz, sin excusa alguna, pues para cumplir su responsabilidad de protección y seguridad ante sus súbditos, debe “amar la paz y saber hacer la guerra”; y precisamente esta máxima es la que plasmó Xi ante el mundo entero en su discurso y pase de revista que encumbró el festejo del Día de la Victoria contra las potencias del Eje.

Notas al calce en esta carpeta

• En octubre del 2024, Li Shulei visitó México y sostuvo reuniones con Juan Ramón de la Fuente y Gerardo Fernádez Noroña, secretario de Relaciones Exteriores y presidente del Senado respectivamente; ¿también habrá tenido un encuentro no oficial con Jesús Ramírez Cuevas, el propagandista político con mayor poder dentro de Morena?

• Las hostilidades entre China y Taiwán quizá sean inminentes; si antes no hay un conflicto más grande de proporciones globales, esta podrá ser la primera prueba realmente trascendental para el ejército chino.

• Este 16 de septiembre se realizará un desfile más del ejército mexicano en conmemoración de la Independencia; asumiendo que el crimen organizado es hoy por hoy la mayor amenaza a la seguridad nacional del país, ¿esta marcha servirá como un mecanismo de intimidación? probablemente estará lejos de serlo.

Nodos bajo la lupa en esta carpeta

Li Shulei: el principal orquestador ideológico de la narrativa estatal china desde su posición como jefe del Departamento de Publicidad; un erudito académico especializado en comunicación política y literatura china –aunque se quiera evitar caer en el cliché, es casi imposible no hacer un símil con Joseph Goebbels–. 

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