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Historia y memoria

El zoológico de Moctezuma: así era este lugar mítico

El zoológico de Moctezuma contiene secretos que sorprenden a los que lo conocen, te hablamos de por qué era tan importante.

En la época prehispánica, las culturas asentadas en Mesoamérica fueron de gran importancia para el reconocimiento de nuestra historia actual, pues de ellos hemos derivado diferentes partes de nuestra cultura que han creado la identidad del México actual.

Mucho se ha hablado de la belleza y la vida que se llevaba en Tenochtitlán, en la ahora Ciudad de México donde los aztecas se asentaron durante varios siglos. Todavía seguimos conociendo las aristas de la vida en Tenochtitlán, en donde los emperadores de la antigua ciudad tenían vidas de las que todavía seguimos descubriendo los alcances de la misma.

En el caso de Moctezuma, uno de las cosas que menos se conocen es la creación y conservación de un zoológico que era conocido por ser la Casa de los Animales de Moctezuma.

El zoológico de Moctezuma

El zoológico de Moctezuma, conocido como Totocalli o la Casa de los Animales era sorprendente por la cantidad de especies que contenía. Su existencia se ha confirmado gracias a las crónicas de quienes lo vieron y derivado de los hallazgos arqueológicos registrados en la zona.

Se trataba de una colección zoológica que poseía el emperador Moctezuma, ubicado en el palacio de Moctezuma. Al llegar los españoles en 1519 a la ciudad mexica, describen que en el palacio poseía grandes parques y un jardín botánico, además de una colección de fauna.

Este se localizaba al sudoeste del centro ceremonial, en el extremo opuesto al Templo Mayor, donde ahora se encuentra el convento de nuestro Padre San Francisco, ubicado sobre la avenida Francisco I. Madero, limitado en las calles de 16 de septiembre, Gante y Eje Central Lázaro Cárdenas.

Era un lugar destinado a alojar animales que eran traídos desde regiones alejadas, en un organizado flujo de especímenes y especies, servían con el objeto de practicar con ellos sacrificios religiosos. Otra utilidad que se ha postulado por parte de los investigadores es la de mantener constantemente una reserva de animales para servirse de ellos para utilizarlos como medicina.

No se conoce mucho del zoológico pues no hay suficientes narraciones sobre su estructura, organización y función. Lo que se sabe era que estaba atendido por alrededor de 600 empleados, de los cuales 300 atendían exclusivamente a las “fieras” y los demás a las aves.

También existían artesanos que utilizaban las plumas que se arrancaban a las aves cautivas. Entre las secciones se encontraban gusanos, roedores, venados, aves y pavos, muchos de los cuales eran utilizados para alimentar a las especies carnívoras.

El acuario y la colección de “fieras”

Entre los sectores destacados habían acuarios o estanques. Tenía 20 estanques, donde diez servían para las especies de agua salda y los otros diez para agua dulce.

En ellos se mantenían aves acuáticas, así como peces. Cada cierto tiempo los acuarios eran vaciados para su limpieza. Se han encontrado especímenes como diversas garzas, patos, ibis y flamencos.

Existía además, otro sector el cual era la colección de “fieras” que estaba destinado para albergar animales como jaguares, pumas, linces, lobos, coyotes, osos, ocelotes, zorros, felinos medianos, bisontes, así como otros animales.

Uno de los datos más impresionantes es que el zoológico albergaba personas, aquellas que eran consideradas “deformes” o diferentes, servían de exhibición dentro del zoológico.

La destrucción del zoológico

Gran parte del conocimiento del zoológico de Moctezuma proviene de las crónicas de los conquistadores, como como la segunda y tercera cartas de Relación de Hernán Cortés a Carlos I de España; la “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” de Bernal Díaz del Castillo; “La Relación hecha por el Señor Andrés de Tápia” y la Carta del Licenciado Zuazo, escrita entre 1521 y 1522, fechas cercanas a la caída de Tenochtitlán.

Debido a su importancia política como una demostración de poder, Hernán Cortés ordenó que fuera destruido, incluyendo así a los animales dentro de él.

Sobre sus cenizas se edificó el Templo de San Francisco en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Esta ubicación permitió el rápido y fácil traslado de animales al Templo Mayor.

De esta manera, el zoológico desapareció y lo único que quedó de él son las crónicas sobre su existencia su funcionamiento y los animales contenidos en él, todo a manos del dominio español.

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Mar

Escritora, redactora. Egresada de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas, fui parte de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM. La escritura es el camino y la meta, y siempre estoy pensando con palabras.

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