El séptimo mes del calendario gregoriano que nos rige actualmente ocupa un lugar especial en nuestra historia nacional. En él coinciden cinco fallecimientos de personajes de gran relevancia que fueron protagonistas de los periodos históricos más importantes de México, es decir, la Independencia (1810-1821), la Guerra de Reforma e Intervención francesa (1858-1867), el Porfiriato (1876-1911) y la Revolución (1910-1920). Los finados a los que nos referimos son Agustín de Iturbide, Porfirio Díaz, Álvaro Obregón, Benito Juárez, y, Doroteo Arango mejor conocido como Pancho Villa.
Para entrar en aspectos generales, a continuación expondremos brevemente algunos detalles biográficos de estos individuos, que sin duda, con sus acciones (pudiendo considerarse positivas o negativas, dependiendo desde la perspectiva en la que las observemos) contribuyeron a moldear la nación que hoy nos dota de identidad.
Agustín de Iturbide: libertador y primer emperador de México.
Nacido en 1783 en la ciudad novohispana de Valladolid (la actual Morelia, Michoacán), este criollo se desempeñó como un militar del ejército realista muy eficiente al momento de combatir a las fuerzas insurgentes que comandaba su paisano José María Morelos, ganándose una reputación especial dentro de los círculos de la élite virreinal.
Después de lograr varios éxitos políticos y militares, Iturbide unificó en un solo movimiento a las dos facciones que se encontraban en pugna desde hacía 10 años, por lo que el 27 de septiembre de 1821, consumó la independencia y la creación de un nuevo país.
A pesar de que fue proclamado regente y luego emperador del primer Imperio mexicano, sus adversarios republicanos lo obligaron a abdicar y a salir exiliado hacia Italia con su imagen vapuleada con las etiquetas de tirano, sanguinario, pero sobre todo, de traidor.
Finalmente, luego de numerosas intrigas y conspiraciones, Agustín de Iturbide decidió regresar a México en 1824 con la intención de poner su espada al servicio de la nueva República. Pero a los pocos días de desembarcar en Tamaulipas, las autoridades lo identificaron y procedieron a aprehenderlo, para después, casi de manera inmediata, enviarlo al paredón para ser fusilado el 19 de julio de 1824. El libertador perdió la vida con tan solo 40 años de edad.
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Porfirio Díaz: el eterno presidente.
Originario de Oaxaca, Díaz nació en 1830 en un país que se encontraba convulso hasta el extremo ocasionado por interminables guerras y problemas económicos, y desde muy joven, ingresó a las filas milicianas de la Guardia Nacional con la intención de defender los ideales del liberalismo republicano contra los conservadores y los invasores franceses.
A lo largo de casi 20 años, el caudillo oaxaqueño se convirtió en uno de los generales más importantes del ejército de Benito Juárez debido a sus grandes victorias y hazañas, entre las que destacan la batalla de Puebla de 1862 y 1867. Eso le condujo a gozar de un apoyo popular inmenso, en donde el pueblo lo visualizaba como un héroe nacional.
Para finales de 1876 él y sus aliados militares organizaron un golpe de Estado para tomar por la fuerza el Palacio Nacional, lo que daría paso a la instauración de un nuevo régimen que sobreviviría por más de 34 años, en el cual, Porfirio Díaz se colocó como la máxima figura del poder político siendo presidente en ocho ocasiones.
Una vez que abandonó la silla presidencial tras los sucesos de la Revolución mexicana, partió al exilio para radicar formalmente en París, Francia, lugar donde encontraría una muerte tranquila y en compañía de su familia el 2 de julio de 1915 a los 84 años de edad, mientras que México se desangraba en otra cruenta guerra civil entre las facciones revolucionarias del constitucionalismo, el villismo y el zapatismo.
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Álvaro Obregón: precursor del México posrevolucionario.
Obregón vino al mundo en 1880 justo en la ciudad sonorense de Navojoa. Durante el Porfiriato, su vida laboral se enfocó en actividades comerciales de mediana importancia y sin tanta prosperidad en el sector agrícola. Incluso, llegó a inventar una máquina que era utilizada para cosechar garbanzo.
Cuando estalló el movimiento revolucionario encabezado por Francisco I. Madero, Obregón se mostró indiferente, ya que sentía cierta afinidad por el régimen porfirista. Sería hasta la segunda mitad de 1911 cuando comenzó a tomar participación en la política sonorense de lado maderista, y un año después, ya contaba con tropas federales a su cargo.
Su carrera militar despegó meteóricamente una vez que se unió al constitucionalismo de Venustiano Carranza, enfrentándose primero contra el presidente usurpador Victoriano Huerta, y después, con las partidas revolucionarias de Pancho Villa. Sorprendentemente, cada una de sus batallas las ganó; nunca perdió en el campo de la guerra, aún a pesar de que en un enfrentamiento contra los villistas perdiera un brazo. Por tal motivo, se le considera como el mayor estratega militar que ha tenido México.
Cuando los constitucionalistas por fin tomaron la delantera en la guerra revolucionaria, en 1921 junto a su paisano y aliado más eficiente, el general Plutarco Elías Calles, orquestaron el asesinato de Carranza para hacerse con el control del gobierno, llegando a ser el presidente de México en el cuatrienio de 1920-1924.
Durante ese periodo, su figura se posicionó como el caudillo de la nación, el nuevo hombre fuerte, es decir, una especie de paralelismo a Porfirio Díaz. Tan fue esto así que para 1928, después de modificar la Constitución de 1917, logró reelegirse para un segundo periodo presidencial, pero, justo en un banquete ofrecido para celebrar su victoria electoral, fue asesinado por José de León Toral el 17 de julio de 1928 en un restaurante de la Ciudad de México bajos circunstancias muy sospechosas. El general Obregón de 48 años de edad, aquel militar invencible, quedó tendido sobre su plato de comida con varios impactos de bala.
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Benito Juárez: el salvador de la República liberal.
Este político mexicano de origen zapoteca, nació en lo que aún era la Oaxaca de la época novohispana en 1806. Gracias a la ayuda de uno de sus tíos, decidió que se formaría intelectualmente en el estudio de las leyes, lo que indirectamente lo fue insertando en el sistema político del México independiente.
Luego de que el presidente Ignacio Comonfort se diera así mismo un golpe de Estado en 1858, Juárez pasó a ser formalmente el presidente constitucional de la nación. A partir de ese momento, su gobierno tuvo que hacerle frente a una inestabilidad política de niveles estratosféricos; luchó contra los conservadores en una guerra civil que después se alargó con una invasión francesa que trajo a una facción opositora de imperialistas y la instauración de un segundo Imperio mexicano a la cabeza del austriaco Maximiliano de Habsburgo.
Benito Juárez sostuvo 9 años al gobierno pendiendo de un hilo, inmerso en una guerra que parecía no tener fin. Sería hasta 1867 que él y la coalición liberal que comandaba pudieron superar tenazmente sus obstáculos: los conservadores fueron nulificados, los franceses expulsados del territorio nacional, y el emperador terminó fusilado por las tropas republicanas.
Después de restaurar la República liberal, logró controlar magistralmente la política mexicana para mantenerse en la cúspide del Poder Ejecutivo por otros 4 años más. Fue así que el 18 de julio de 1872, siendo el presidente en funciones, con cerca de 14 años ocupando el mismo cargo público, Juárez, teniendo 66 años de edad, murió en Palacio Nacional tras unas complicaciones en su salud ocasionadas por la angina de pecho.
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Pancho Villa: caudillo de la revolución social.
San Juan del Río, Durango, fue el poblado que vió nacer al legendario Pancho Villa en 1878, que para esos momentos, su nombre real era Doroteo Arango. Ese cambio de identidad fue causado porque en gran parte de su vida adulta se vió envuelto en actividades ilícitas para sobrevivir de la precaria situación económica que asolaba al México rural de la época.
Con el descontento social al límite por la incapacidad del régimen porfirista de atender las necesidades populares, Pancho Villa se unió en 1910 a Francisco I. Madero para luchar por un sistema de ideales revolucionarios que compartían. Prontamente el antiguo bandido social se convirtió en un líder nato del maderismo.
Sus eficaces dotes para el arte de la guerra lo llevaron a ascender al rango de general, comandando la mítica División del Norte del ejército constitucionalista de Venustiano Carranza, cuerpo con el cuál alcanzó sus mayores glorias militares. Durante la Revolución se enfrentó a huertistas, carrancistas, obregonistas, e incluso, a las propias tropas estadounidenses
Después de muchos años inmerso en la guerra, en 1920 depuso las armas tras un acuerdo con Obregón y se retiró a una hacienda en Canutillo, Durango, para disfrutar de la vida privada. Pero como siempre representó una amenaza para la estabilidad del nuevo gobierno revolucionario, se fraguó su asesinato en una emboscada ocurrida el 20 de julio de 1923 en las calles de Parral, Chihuahua. Pancho Villa murió acribillado en su auto con apenas 45 años de edad recién cumplidos.
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