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Make America Great Again, la confesión del declive

Hacer América Grande de Nuevo es el resumen de una narrativa para la conquista y el mantenimiento del poder. 

No es solamente la añoranza de un pasado idílico frente a una decadencia presente. Es un cuento que se alimenta y articula con discursos históricos que justificaron la fundación y expansión de aquellas 13 colonias. 

“Make America Great Again”, como relato, parte de un conflicto: la pérdida de la grandeza. En tanto narrativa tiene héroes y villanos, un conflicto y una misión. 

Los villanos son la clase política y los izquierdistas que han menoscabado el poder de EEUU. Los héroes son los “outsiders” del “stablishment” de Washington, como Trump o Elon Musk cuya misión es reestablecer la hegemonía del Tío Sam.

La grandeza de “América”está la delineada por el relato del “Destino Manifiesto”, el cual plantea a EEUU como una excepcionalidad histórica, una nación elegida. Un país único con una misión superior.

En pos de esa grandeza, personajes como James K. Polk tomaron a punta de fusil de vastos territorios a costa del vecino del sur. 

Ser un pueblo elegido los ubicaba como un “pueblo superior” con derecho a tomar aquello que les viniera en gana para avanzar hacia el sitio que tenían predestinado.

Esa superioridad conllevaba racismo y desprecio hacia los países que se independizaron de España y Portugal.

Ese desprecio evitó que en aquel fatídico lapso de 1847-1848 el Tío Sam buscase mayor grandeza y anexara a México por completo. 

La idea de una superioridad anglosajona se manifiesta hoy con la invitación de Trump hacia los “primos” de Canadá para ser el estado 51 de la “unión americana”.

Los mismos conservadores canadienses replican el relato considerando un “insulto” ser comparados con México. El mismo racismo, diferente bandera.

El complemento del “destino manifiesto” es la doctrina Monroe, que básicamente es una amenaza hacia las potencias europeas del siglo XIX. “América para los Americanos”, donde solo ellos son los Americanos.

Los postulados de la doctrina Monroe suponen el “derecho” de EEUU de trastocar los regímenes de los países que considera inferiores, para civilizarlos conforme a los intereses superiores de América.

Así promovieron la independencia de Panamá frente a Colombia para construir el canal transoceánico. Así derrocaron al “comunista” Allende para imponer a Pinochet, entre otras operaciones en favor de la “democracia”. 

En esa lógica, Donald Trump emula a Polk, a John Quincy Adams y James Monroe en los afanes expansionistas. Ahora hacia Groenlandia y Canadá.

“Make America Great Again” hace sentido para muchos estadounidenses porque diversos indicadores muestran un “achicamiento” del papel de EEUU en el mundo, ya sea por haber dejado de hacer cosas o por el crecimiento de otros actores.  

Durante el Siglo XXI China ha cobrado protagonismo. Su crecimiento acelerado, como la fábrica del mundo, ha disminuido el peso relativo de la economía norteamericana. Ese protagonismo los ha convertido en los “malos” del cuento actual, como antes fueron los soviéticos.

Otros motivos del “achicamiento” son las propias políticas internas. Daños autoinflingidos como dejar de financiar su sistema educativo. 

Y en el tema educativo Trump sigue haciendo pequeña a su nación. Ha propuesto eliminar el Departamento de Educación al acusarlo de propagar ideologías políticas y de género.

Dentro de 4 años, no será de sorprender que, sin fondos en educación, hacer grande a EEUU siga siendo una empresa cuesta arriba. 

Gabriel Morales López

Periodista, académico y empresario | Llevo trabajando en la web desde 1998 | Master en Periodismo por El Mundo y Universidad San Pablo CEU, becario de la Fundación Carolina 2005-2006. | Sígueme en LinkedIn.

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