Qué triste que los momentos de reflexión, de análisis, de despejar dudas y diferencias estructurales comiencen casi siempre a partir de las tragedias. Porque la pérdida de una vida siempre es y será una tragedia.
A propósito de un crudo acontecimiento donde un músico se suicidó y la causa es (a decir de su mensaje póstumo) por una acusación de acoso sexual con el hashtag #Metoo, habrá que reflexionar desde varias perspectivas, aquí nuestra humilde aportación:
Es de suma importancia reconocer que siempre existe un riesgo de que en ciertos espacios se viertan comentarios y/o denuncias, que no son ciertas, o no son del todo ciertas… hay que recordar que los temas como el acoso y algunos grados de violencia tienen que ver con percepción, son subjetivos, entonces dependen en gran medida de la percepción y apreciación de las personas. Incluso por eso mismo son tan complicados de probar, pero eso no quiere decir que no existan; relatar y nombrar estas situaciones como lo propone #MeToo es precisamente para visibilizarlos.
Si bien no hay una certeza de que lo comentado por la usuaria sobre el acoso sexual que describe sea cierto, tampoco hay manera de probar lo contrario; lo que sí hay es toda una historia donde las mujeres que se han atrevido a decir que son acosadas han sido tachadas de exageradas, puritanas o mentirosas, lo cual complica que las mujeres sientan confianza de expresar lo que sienten y lo que viven, no es extraño que en caso de atreverse a presentar la denuncia, esta sea de manera anónima.
También hay que mencionar el papel de las redes sociales en un linchamiento mediático: aunque hay quienes dicen que en sus muros pueden expresar lo que quieran y que la libertad de expresión les cobija, la verdad es que hay que reconsiderar ciertas cosas: nuestra responsabilidad individual ante lo que hacemos, las consecuencias de ejercer esta libertad como cortina de humo para dañar a otros. En las redes sociales vertimos mucho de lo que como personas somos, y aguas con eso… no por ser libres vamos a vaciarle toda nuestra miseria otros, ni a inundar de porquería un medio que llega a todos, sabiendo o debiendo saber de las consecuencias colaterales de lo que vertimos. A nadie sirve la contaminación visual y mental en ningún medio.
En este caso en particular, hay otros factores detonantes de la tragedia: los artistas regularmente son personas que viven sus emociones intensamente, son almas hermosas pero frágiles, se enfrentan a depresiones constantes que muchas veces juega a su favor y les facilita crear cosas hermosas… y a hacer locuras. Todos conocemos historias de artistas que vivieron su vida con una intensidad apabullante y que tuvieron finales dramáticos: Virginia Wolf, Jim Morrison, Whitney Houston, Amy Winehouse, entre un largo etcétera.
Sería muy arriesgado siquiera insinuar el verdadero motivo que lo orilló al suicidio, pues no conocemos a cabalidad su situación personal, familiar, sexual, social, etc. Pero es una tragedia… como tragedia es que las mujeres sigan siendo presas fáciles del machismo y la violencia estructural que ha marcado a nuestro país.
Su muerte es lamentable, igual que la muerte de las mujeres que han sido violadas, igual que los hogares vacíos con hijas que nunca llegaron a casa, tan lamentable como las niñas que pierden su infancia entre abusos, o las que no pueden salir a la calle después de que sus fotos íntimas circulan en las redes.
Sí, su muerte es lamentable. Su entorno más cercano debe aceptar su responsabilidad al no haber detectado las señales del suicida a tiempo; porque no era una responsabilidad de las mujeres mexicanas. Porque también sería lamentable que por eso, las mujeres sean coartadas en su derecho a expresar las situaciones de violencia que viven de manera cotidiana.
Y quiero resaltar que a pesar de que ha muerto, la duda sigue latente y él sigue siendo un probable acosador de niñas.