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Las mujeres, sujetas del sesgo médico

A diferencia de otros ámbitos, las mujeres médicas y pacientes son ignoradas en la medicina.

En el mundo, hay que saber que hay un hecho totalmente cierto: la participación de las mujeres en el espacio público y privado, se encuentra sesgado por un sistema patriarcal que antepone a las mujeres y beneficia la violencia sistémica que apenas ha comenzado a cambiar.

Durante la historia de la humanidad, la medicina ha sido uno de los pilares en el conocimiento humano, el conocer y tratar las afecciones, condiciones y fenómenos que suceden en el cuerpo es necesario no sólo por el conocimiento, sino para tratar las situaciones en las que el cuerpo requiere un plan de acción.

Como en los otros ámbitos, el área de la medicina también se encuentra con una brecha de género, ya que las mujeres son las que más violencia sistémica sufren para un diagnóstico adecuado.

La brecha de género

El androcentrismo en medicina ha dejado algo en claro: la invisibilización de las mujeres, sus sentires y sus afecciones han sido objetos de estudio tardío y de estudio nulo. Un ejemplo claro es el poco estudio que se le dio a las alteraciones menstruales causadas por la vacuna del COVID-19, ya que muchas mujeres en redes sociales compartían estas alteraciones, aunque en los estudios clínicos no se tomaron en cuenta estos factores.

El cuerpo masculino se convirtió en el “sujeto universal” de estudio, pues el conocimiento que ahora tenemos sobre los avances médicos han sido basados en un saber masculino, sin tomar en cuenta que las condiciones de las mujeres difieren al universal masculino.

En México, siete de cada diez personas ocupadas en el sector salud son mujeres, aunque solo el 6% de las mujeres en el sector ocupan alguna posición directiva. De igual forma, existe una brecha salarial del más del 8%, lo que significa que por cada 100 pesos que gana un hombre, la mujer gana 91.2 pesos.

Un mal diagnóstico

En México no se sabe a ciencia cierta qué tan avanzado es el rezago con respecto a los diagnósticos en las mujeres, ya que las enfermedades que competen al cuerpo femenino son a veces mal diagnosticadas, o toman mucho tiempo en ser detectadas y en encontrar un tratamiento eficaz.

Un ejemplo claro es la endometriosis, que ha afectado hasta el 10% de la población mundial y consiste en una enfermedad crónica que afecta el útero, lo que lleva a las mujeres a vivir con mucho dolor, además de períodos irregulares y otros síntomas más.

Las mujeres que han padecido endometriosis se han encontrado con una enorme dificultad ante el diagnóstico. Aún peor el hecho de encontrarse con limitantes para acceder a un tratamiento adecuado, ya que la enfermedad no tiene cura.

Otro ejemplo es el caso de la llamada “histeria femenina”, que básicamente se decía que las mujeres padecían por el “hecho” de ser mujer, una enfermedad que se tipificó con mayor frecuencia en el siglo XIX y no fue hasta 1952 cuando fue retirado de la Asociación Americana de Psiquiatría.

Otro caso son las enfermedades cardíacas, ya que si bien el principal síntoma de un problema cardíaco es el dolor de pecho, en el caso de las mujeres los síntomas son diferentes y llevan a creer que se trata más de otro problema, antes de llegar a un diagnóstico adecuado.

La caza de brujas del saber femenino

A lo largo de la historia, el saber médico ha sido sostenido por y para hombres, por lo cual las mujeres han sido relegadas tanto en el ámbito científico, como sintiente de las enfermedades.

No es de sorprender que el saber femenino ha sido ocultado y los registros que den difusión a estos conocimientos han sido difíciles de encontrar y de visibilizar.

Durante la historia, las mujeres que se han convertido en doctoras y conocedoras del cuerpo femenino han sido perseguidas, cazadas, e inclusive acusadas de brujería, todo causado por una misoginia y temor ante el conocimiento femenino.

Por otro lado, no dejemos de lado que la condición de las mujeres ha sido supeditada por el patriarcado, el cual implica cuestiones sociales y económicas en el que las mujeres han sido sujetas de dependencia económica y su acceso a la salud está restringido por esas condiciones, lo que complica más aún el estudio y las prácticas médicas.

Mar

Escritora, redactora. Egresada de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas, fui parte de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM. La escritura es el camino y la meta, y siempre estoy pensando con palabras.

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